Lic. María Cristina Pieri
Desde el momento de la concepción hasta el fin de nuestras vidas tenemos que enfrentarnos a peligros de variados grados de complejidad. Cuando crecemos tomamos toda clase de precauciones: nos vacunamos, instalamos la seguridad en nuestros hogares, nuestros automóviles y nuestro transporte público, sacamos seguros, etc...
El embrión y el feto tienen que aceptar lo que les toca, y aunque la madre pueda tomar toda clase de precauciones que conozca y vele por la seguridad su bebé y la propia, una cantidad de peligros ya descriptos pueden avasallarlos a los dos. De acuerdo a las estadísticas en el mundo, la mayoría de los países pueden esperar que aproximadamente dos de cada mil nacidos vivos tendrán parálisis cerebral (PANETH y KIELY 1984).
Aunque es posible definir las características de los grupos de niños con mayor riesgo, es imposible formular una respuesta sencilla concerniente a los individuos.
En casi todos los países desarrollados y en muchos del tercer mundo, se está disminuyendo la mortalidad perinatal e infantil, y la incidencia de parálisis cerebral está disminuyendo también hasta cierto punto, pero mucho más lentamente y en muchos países está estacionaria. Desde 1862 cuando Little llamó la atención a los efectos de partos anormales, pre-partos difíciles, nacimientos prematuros, asfixia neonatal, y al estado mental y físico del niño, muchos de los peligros del período perinatal han sido identificados y, en gran parte prevenidos. De todos modos, muchas veces, una disminución en un grupo de niños está equilibrada con un incremento en otro.
Los reportes en los años 1970 y 1980 suministran un cuadro más actualizado de la situación.
Stanley (1979) en Australia Oeste y Hagberg y sus colegas (1975) en Suecia demostraron una caída en la incidencia de P.C. en los bebés más grandes, pero un aumento en la supervivencia de los bebés de bajo peso se acompañaba por un aumento de P.C. en este grupo, por lo tanto los resultados finales quedaron iguales.
La disminución en número entre los bebés más pesados, se cree es debido a la mejoría de las condiciones sociales, buena salud materna y en menor grado a mejores cuidados prenatales y obstétricos. En el caso de bebés más pequeños (1000 - 1500 gramos) el cuidado especial se ha generalizado y es el tema de estudios cuidadosos en todo el mundo. El costo de cuidados muy intensivos para recién nacidos muy pequeños o enfermizos ha sido cuestionado en algunas partes. Todos los informes recientes que se ocupan del futuro de los bebés de bajo peso (Kitchen 1979; Dale y Stanley 1980; Hagberg 1892) han demostrado una caída en mortalidad con un aumento en la incidencia de P.C.
De todos modos, Hagberg indica que ha habido una ganancia neta considerable de vidas salvadas sin parálisis cerebral. Todos estos trabajadores indican la necesidad de identificar cualquier factor adicional que podría ser el factor desencadenante de la P.C. en algunos individuos y en particular cuales factores prenatales no identificados podrían ser involucrados.
La idea permanece, que a pesar de todos los métodos de prevención conocidos y las habilidades cada vez más progresivos para producir y mantener vivos a los bebés, una pequeña cantidad tendrán P.C.
Aunque algunos factores de riesgo son bien conocidos, es imposible en este momento identificar a los niños más vulnerables entre los grupos.
Fuente: SER
Fuente: SER
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