Especialistas aseguran que la incontiencia urinaria es tratable

Buenos Aires, 3 de junio (Télam).- La incontinencia urinaria provocada por la vejiga hiperactiva (VHA), una patología cuya prevalencia aumenta con los años, puede tratarse de formas cada vez más diversas y no debe tomarse como una "consecuencia inexorable" del envejecimiento, aseguraron especialistas.
"La vejiga hiperactiva (VHA) aumenta a partir de los 60 años en forma escalonada y en muchos casos no es motivo de consulta al médico ya que se toma como parte normal del envejecimiento", sostuvo el urólogo Carlos Garrido, jefe de la Sección Disfunciones Miccionales y Urodinamia del Hospital de Clínicas.
Según un estudio realizado en Porto Alegre, Brasil, en 2006, el 72,5 por ciento de las personas con VHA no había consultado con un profesional por este tema.
"La vergüenza, el temor a ser revisado de la prostáta en el caso de los hombres o simplemente pensar que es `natural` lleva a las personas a no consultar, pero es importante que la gente sepa que hay tratamientos", sostuvo Garrido.
El especialista explicó que la VHA es una patología que se caracteriza por el aumento de la frecuencia miccional (cantidad de veces que se orina), la urgencia miccional y, en algunos casos, la incontinencia.
"Hay diferentes tipos de VHA, pero el 80 por ciento es idiopática, es decir, se desconoce su origen y es muy prevalente sobre todo a partir de los 60 años. En efecto, se estima que dos de cada tres consultas a un urólogo son por esta causa", describió y explicó que la enfermedad trae múltiples consecuencias en la calidad de vida.
"La necesidad de orinar con frecuencia hace que se interrumpa el sueño durante la noche, impidiendo un descanso profundo, lo que provoca ansiedad en el día y problemas cognitivos como falta de concentración", explicó el urólogo Juan Carlos Tejerizo, jefe de la sección de Uroginecología-Urodinamia del Hospital Italiano.
Tejerizo dijo que "en el caso de la incontinencia se complica toda la actividad, la persona requiere tener siempre un baño a mano, debe interrumpir reuniones laborales, levantarse para ir al baño en un cine, pensar los circuitos por los que anda, y todo esto acarrea mucha vergüenza y puede llevar a la depresión".
"Existen diferentes formas de tratar esta patología, que van desde realizar ejercicios con el perineo ideados por Arnold Keger hasta los fármacos o la aplicación de onabotulinumtoxin A", describió Garrido.
Por su parte, Tejerizo explicó que "si bien los fármacos son seguros y en muchos casos efectivos, más de un 20 por ciento de los pacientes presentan algunos efectos colaterales como sequedad bucal, ojo seco, distensión abdominal, constipación o visión borrosa".
Estos efectos provocan un descenso en la adherencia al tratamiento, es decir, en muchos casos el paciente interrumpe en forma espontánea la toma de la droga.
En marzo de este año, la Administración Nacional de Medicamentos y Tecnología Médica (ANMAT) aprobó el uso de onabotulinumtoxin A, conocido por su nombre comercial como Botox, para el tratamiento de VHA idiopática alternativo para los casos en los que el farmacológico no haya tenido resultado.
"Lo que hace este producto biológico es actuar sobre la placa motora de la vejiga, bloqueando para que no haya una contracción indeseada, es decir, produce una neuromodulación electiva", explicó Tejerizo.
Garrido detalló que "el beneficio de este tratamiento es que no tiene prácticamente efectos secundarios y es altamente efectivo. Se realiza una aplicación en una intervención ambulatoria de no más de 20 minutos y el efecto dura entre nueve y doce meses".
Los especialistas mencionaron que el onabotulinumtoxin no puede utilizarse en pacientes con algunas patologías muy específicas como miastenia gavis, sí­ndrome de Eaton-Lambert, polineuropatías, esclerosis lateral amiotrófica, o en caso de embarazo o lactancia.
"En el caso de que el paciente se encuentre en tratamiento con anticoagulantes hay que evaluar el costo-beneficio de suspender el tratamiento", concluyó Garrido.

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